Introducción

La asociación Deutscher Werkbund organiza en 1927 una exposición para el encuentro del arte y la industria edifica, que consistió en el desarrollo de una urbanización experimental en la ladera del Weissenhof. Ludwing Mies van der Rohe fue el encargado de diseñar el plan maestro y se invita a los más destacados arquitectos modernos de Europa, incluyendo a los alemanes Walter Gropius, Hans Scharoun y Peter Behrens; al vienés Josef Frank; los holandeses Mart Stam y J. J. P. Oud; así como el belga Victor Bourgeois. Le Corbusier tiene en esta exposición la magnífica oportunidad de confrontar sus ideas con las de sus homólogos europeos.



Estos arquitectos estaban interesados en difundir las nuevas corrientes que desde comienzos de siglo venían transformando lentamente la práctica constructiva, al socaire de las novedades aportadas por la segunda revolución industrial (en forma de nuevos materiales para la edificación) y de unas nuevas mentalidades y concepciones estéticas.

La acción a la que nos referimos consistió en realizar una exposición de las citadas novedades agrupándolas en un conjunto de viviendas. Y así fue como surgió la Colonia Weissenhof en las proximidades de la ciudad de Sttutgart, aprovechando que su ayuntamiento tenía registrada la existencia de un déficit de viviendas en el municipio. Por ello, el consistorio no tuvo reparos en ceder provisionalmente a la asociación un terreno de su propiedad en lo alto de una colina, financiando además las edificaciones, con la única condición de que, concluida la exposición seis meses después, las viviendas reverterían al municipio, que las alquilaría a vecinos de la localidad.
De este modo, esa exposición de seis meses, programada bajo el significativo título de "la vivienda", posibilitó llevar a cabo un amplio experimento arquitectónico, traducido en la construcción de 33 viviendas con un total de 63 apartamentos. Entre el grupo de arquitectos participantes, en su mayoría jóvenes y progresistas, había representadas cinco nacionalidades diferentes (Alemania, Austria, Francia, Bélgica y Holanda), pero unidas en este caso por el común denominador de llevar una profunda renovación a la arquitectura, tanto en el empleo de nuevas formas como en el uso de materiales novedosos. En este colectivo de autores adivinamos ya las principales corrientes de la arquitectura del Movimiento Moderno: el racionalismo, el funcionalismo o el minimalismo.

De aquel amplio conjunto urbanístico sólo se conservan intactas once edificaciones, ya que las restantes quedaron destruidas en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, como le sucedió a la vivienda diseñada por Gropius. De las conservadas, el grupo más amplio corresponde a las diseñadas por Mies van der Rohe, caracterizadas por sus amplias ventanas, y las cinco casas adosadas de J. J. P. Oud, que recuerdan vagamente a esas arquitecturas infantiles de madera con su combinación de líneas rectas verticales y horizontales. Permanecen también la casa levantada por H Scharoun, en la que podría llamarnos la atención el recurso a la línea curva en determinadas soluciones, y las viviendas diseñadas por Le Corbusier (hoy convertidas en museo del conjunto) en las que ya aparecen los elementos que poco después formularía en sus famosos cinco puntos de la nueva arquitectura.

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